La lucha contra el demonio de Stefan Zweig
Ver la vida como un romántico
La lucha contra el demonio a la que sucumbió Stefan Zweig, es una de las máximas expresiones de ver la vida como un romántico, sin otra alternativa que la irracionalidad y el suicidio.
Stefan Zweig, publicó “La lucha contra el demonio” en 1925, y el libro se convirtió en una profecía de autorrealización personal, pues al igual que los poetas Hölderlin, Kleist y Nietzsche, sucumbiría a las fuerzas demoníacas.
Las tres épicas figuras de Hölderlin, Kleist y Nietzsche tienen extrañas afinidades en los destinos de su existencia. Los tres, arrancados de su propio ser por una fuerza poderosísima y en cierto modo ultramundana, son arrojados a un calamitoso torbellino de pasión, decía Zweig en su libro.
Los tres terminan prematuramente su vida, con el espíritu destrozado y un mortal envenenamiento en los sentidos. Los tres terminan en la locura o en el suicidio.
La patria de Zweig, Austria, había sido anexionada por Alemania en 1938, sus libros estaban prohibidos en ambos países y, como judío, no podía pensar en el regreso. Desde entonces tuvo que exiliarse, pero llevaba la pérdida de su gran patria a cuestas, como lo testimonia su obra autobiográfica, El mundo de ayer.
Su vida tuvo tres etapas: la primera, que abarca desde 1881, año de su nacimiento en Viena hasta la Primera Guerra Mundial, la pasa en un mundo aparentemente seguro.
Inicia la segunda lleno de expectativas en Salzburgo, su ciudad adoptiva, y es durante ese período (que culmina con su marcha de Austria) cuando se convierte en uno de los autores europeos más leídos y traducidos.
La tercera vida, la que transcurre en el exilio, y termina en 1941 cuando se mudó a Petrópolis, Brasil. Estaba preocupado y desesperados ante el futuro de Europa y su cultura, pues creía en verdad que el nazismo se extendería a todo el planeta.
Fue en su segunda etapa cuando publicó La lucha contra los demonios, una obra cargada del más radical romanticismo, sin imaginarse que el mismo sería arrastrado por las fuerzas demoníacas como calificaba el estado de locura en qué calleron sus admirados poetas.
Los tres parecia que viven bajo el mismo signo del Horóscopo, decía. Los tres pasaron por el mundo cual rápido y luminoso meteoro, ajenos a su época, incomprendidos por su generación, para sumergirse después en la misteriosa noche de su misión.
Dominaba en ellos un poder superior a su propia voluntad, un poder no humano en el que se sienten aprisionados. Estaban posesos (en todo el sentido de la palabra) del poder del demonio, decía.
El demonio es, en nosotros, ese fermento atormentador y convulso que empuja al ser, por lo demás tranquilo, hacia todo lo peligroso, hacia el exceso, al éxtasis, a la renunciación y hasta a la anulación de sí mismo.
Stefan Zweig no soportó el exilio, el terror de la guerra, la pérdida de su status, y aunque tuvo una vida cultural fructífera en Brasil, donde fue bien acogido, no fue suficiente para liberarse de lo que el llamó las fuerzas demoníacas.
El 22 de febrero de 1942, él y su esposa se suicidaron. Sus criados les encontraron abrazados sobre la cama, dos vasos con veneno sobre la mesilla de noche y cuatro cartas. Stefan Zweig, habia, como los tres poetas alemanes, sucumbido a las fuerzas demoníacas del suicidio.
“Creo que es mejor finalizar en un buen momento y de pie una vida en la cual la labor intelectual significó el gozo más puro y la libertad personal el bien más preciado sobre la Tierra”, dejó escrito..
Más conocido por sus biografías que por sus novelas o poesía, Stefan Zweig, sigue siendo leído y su vida ha sido llevada a la pantalla grande.
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