La revolución socialista de Rusia: terror y violencia

Escrito el: 11/14/2023 por Club de Lectores Gorki

Una revolución socialista se instauró en Rusia en octubre de 1917, una revolución que degeneró en terror y violencia contra el pueblo e incluso contra muchos de sus fundadores.

“Si la competencia del gobierno popular en tiempo de paz es la virtud, en la revolución deberá ser a la vez terror y virtud. Sin virtud, el terror es funesto; sin terror, la virtud es impotente. El terror es una emanación de la virtud”, decía el máximo líder de la revolución francés, Maximiliano Robertpierre.

Esta misma política del terror fue heredada por la revolución socialista de 1917 de Rusia, pero a un nivel más profundo, a nivel de la conciencia, que se mezcló con la milenaria tradición autocrática de ese país.

Trosky y el terror revolucionario

En su libro, El Gran Terror, Robert Conquest, dice:

“El terror de la Revolución Francesa no tiene punto de comparación con el de Stalin. Se parece un poco, aunque a menor escala, al terror de los primeros momentos de la Revolución Rusa.”, 

Existe consenso que fue Lenin y el partido bolchevique el que inaugura un nuevo reinado del terror en Rusia,  con el supuesto el triunfo de la revolución socialista de octubre de 1917.

En su biografía de Trotski, Robert Service cita las siguientes palabras pronunciadas en el verano de 1917 por quien llegaría a ser el gran organizador y primer jefe del Ejército Rojo:

“Os digo que las cabezas tienen que rodar y la sangre tiene que correr (…) La fuerza de la Revolución francesa estaba en la máquina que rebajaba en una cabeza la altura de los enemigos del pueblo. Era una máquina estupenda. Debemos tener una en cada ciudad”

También decía que en materia de principios, “nunca hemos rechazado ni podemos rechazar el terror”. 

Lenin, fundador del terrorismo socialista

Sin teoría revolucionaria, no hay movimiento revolucionario» y solo un partido guiado por una teoría de vanguardia es capaz de cumplir el papel de luchador de vanguardia, de esa forma, el partido se fortalece depurándose, decía Lenin,  por su parte.

Bajo estos principios, ¿que se podía esperar de la  utopía socialista?

Lenin, al sustituir la clase por el partido, modificó profundamente el pensamiento marxista. En su dimensión mesiánica y cientificista que convertía a la violencia en medio necesario y legítimo, este ya contenía los gérmenes de totalitarismo, dice Stéphane Courtois, en su libro Lenin, el inventor del totalitarismo.

En Lenin y el totalitarismo, Mauricio Rojas, cita un telegrama famoso de Lenin sobre la rebelión de los campesinos acomodados de Rusia:

“Ahorquen (ahorquen de una manera que la gente lo vea) no menos de 100 kulaks conocidos, hombres ricos, chupasangres.

      Publiquen sus nombres.

      Quítenles todo su grano.

      Designen rehenes –de acuerdo al telegrama de ayer.

    Háganlo de manera tal que la gente, a centenares de verstas a la redonda, vea, tiemble, sepa, grite: están estrangulando y estrangularán hasta la muerte a los kulaks chupasangres.”

Lenin tiene una responsabilidad personal mayor por haber intentado por todos los medios destruir el movimiento socialista fiel a la cultura democrática, en beneficio de un comunismo totalitario, tanto en su esencia como en su práctica.

Así terminaba el «asalto al cielo» del año 1917. La utopía se había transformado en distopía y la liberación en esclavitud.

La muerte de Lenin daría paso a la máxima expresión del terror en la Rusia soviética, cuando Josep Stalin, profundizará la revolución socialista a sangre y fuego, sobre los cadáveres de millones de rusos.

Robert Conquest hizo un balance del total de víctimas del Gran Terror en su obra pionera de 1968. Sus estimaciones en esta última obra son las siguientes para los años 1937-1938:

    Arrestos: cerca de 8 millones.

    Ejecuciones: cerca de 1,5 millones.

    Muertos en el Gulag: cerca de 2 millones.

    En cárceles a fines de 1938: cerca de 1 millón.

    Aumento de los prisioneros del Gulag a fines de 1938: casi 2 millones.

Stalín, la mayor expresión del terror como política de Estado

  Esa fue la cosecha de horror de las grandes purgas, pero hay que hacer notar que a pesar de su inmensidad no superó, en cuanto al número de víctimas, lo que había ocurrido a comienzos de los años treinta durante la gran guerra contra los campesinos. 

Pero la  esencia del pensamiento totalitario,  basado en el terror, es que hace desaparecer al individuo ante sí mismo, que lo subsume mentalmente, en un destino colectivo que le da sentido a su vida y, por ello mismo, tiene derecho a exigirle que la sacrifique en aras de la causa, como un último servicio a la misma.”

El terror de los regímenes socialistas contamina el medio ambiente mental de un pueblo a nivel que crea un desdoblamiento psíquico que debilita interiormente toda voluntad de resistencia. 

Se trata de de conseguir el dominio absoluto de las mentes imponiendo una visión del mundo que adquiere tal realidad que termina haciendo que todo aquel que no la comparta o que simplemente la ponga en duda se convierta en un perturbado mental no solo ante el mundo circundante sino, muchas veces, ante sí mismo.

Es el terror extendido a la conciencia del individuo al que no solo se subyuga físicamente, también se subyuga psicológicamente.

Así lo demostraron  las grandes purgas de Stalin y su régimen soviético o socialista, cuyo principal maestro fue Vladimir Ilich Lenin. La esencia del socialismo es totalitario.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Comments