Rubén Darío y el canon literario de Occidente
Rubén Darío es integrante del canon occidental y encabeza a los autores canónicos de América Latina, seguido por Jorge Luis Borges, Alejandro Carpentier, Pablo Neruda y César Vallejos, entre otros, según la lista elaborada por Harold Bloom.
Un autor canónico es una autoridad en nuestra cultura, dice Harold Bloom, en su magistral libro El canon occidental, y en cuya lista aparece como tal Rubén Darío, un escritor de obligada relectura y que aún en el siglo XXI genera lo que el autor norteamericano denomina la “angustia de las influencias”.
¿Qué convierte en canónico a un autor? El sentido de extrañeza, esa extrañeza que sintió Juan Varela en su primera lectura de Azul, esa mezcla de literatura francesa con la literatura española, con un gran componente greco-romano. Esa extrañeza que causa Prosas Profanas, Cantos de Vida de Esperanza y en muchas otras obras de Darío.
Pertenecer al Canon
¿Cómo irrumpe un escritor en el canon? Gracias a su fuerza estética.
La fuerza estética se caracteriza por el dominio del lenguaje metafórico, que Rubén tenía en demasía; su originalidad, que fue construyendo a lo largo de su vida; el poder cognoscitivo, que se revela en toda su obra literaria; y la sabiduría de sus textos, aun cuando ésta es una búsqueda permanente, una constante de probabilidad.
Al igual que Rubén, un autor canónico lo es no por sus acciones sociales o subordinación a una ideología, ser obrerista o de izquierda, lo logra por su fuerza y su dignidad estéticas, y porque a lo largo del tiempo, dada a su extrañeza, es un autor que nos obliga a su relectura.
¿De qué depende el valor estético de la obra de un autor canónico? Emana de la lucha entre los textos: en el lector, en el lenguaje, en las de discusiones que genera en la sociedad, dice Bloom.
Características de los grandes textos
Los grandes textos, explica, son siempre reescritura o revisionismo, los originales no son originales, pero esa ironía, el autor canónico la supera, porque sabe cómo pedir prestado.
Toda gran obra es precedida por otras, los grandes autores siempre están reescribiendo a sus antecesores, de ahí la angustia de las influencias, esa lucha agonista que unos superan con una nueva obra canónica, o simplemente se quedan relegados.
Si bien es cierto que de todo el caudal poético, al final son 3 ó 5 poemas los que quedan en la memoria colectiva, al decir de Octavio Paz. Aunque en Rubén sucede un fenómeno extraordinario, su poesía y su prosa tiene muchas articulaciones y es un autor que convierte sus versos en expresiones de la vida cotidiana.
“Aunque la patria es pequeña, uno grande la sueña”, “Juventud divino tesoro, te vas para no volver”, “Los argonautas eran poetas, pero iban tras el vellocino de oro”, son versos que se han convertido en referentes de la vida cotidiana.
Literatura y voluntad de figuración
La literatura no es solo un lenguaje, es también voluntad de figuración, el deseo de ser diferente, el deseo de hacer una gran obra, de estar en otra parte, y la originalidad debe combinarse con la herencia, con la angustia de las influencias, enfatiza Bloom. Esa voluntad de figuración fue lo que hizo posible que Darío trascendiera las fronteras nacionales, para convertirse en un poeta universal.
La obra canónica está ligada al concepto de clásico, pues un autor canónico es un clásico por antonomasia, y tal como dice Italo Calvino, “Los clásicos son esos libros de los cuales se suele oír decir: «Estoy releyendo…» y nunca «Estoy leyendo…»”
Azul, Prosas profanas, Canto de vida y esperanza, Los raros, Autobiografía, entre muchos otros libros, son obras que invitan siempre a su relectura, y desde luego, cada lector, selecciona aquellos textos que mejor le convengan a su vida, y a sus gustos literarios.
“Se llama clásicos a los libros que constituyen una riqueza para quien los ha leído y amado, pero que constituyen una riqueza no menor para quien se reserva la suerte de leerlos por primera vez en las mejores condiciones para saborearlos.”
La influencia de los clásicos
“Los clásicos son libros que ejercen una influencia particular ya sea cuando se imponen por inolvidables, ya sea cuando se esconden en los pliegues de la memoria mimetizándose con el inconsciente colectivo o individual”, dice Calvino, en su obra ¿Por qué leer a los clásicos?
Los autores canónicos se caracterizan por su universalismo, a su incomparable excelencia literaria, a su fuerza de pensamiento, capaz de sobrevivir a la traducción y transposición y de obligar al lector que a que le preste atención en casi todas las culturas, nos recuerda Bloom, y desde luego, esto mismo ha sucedido con la obra sustancial de Darío, que es objeto de estudio en forma permanente en las universidades más prestigiosas del mundo.
Rubén no sólo incorporó la cultura greco-latina a su obra, e incluso hay ecos de la literatura oriental en sus poemas y narraciones, sino que fue de los primeros autores latinoamericanos en incorporar y exaltar la cultura precolombina de América, esa América que aún reza a Jesucristo y aún habla en español, como dice en su Oda a Roosevelt, que por lo demás revela que no estuvo al margen de la protesta continental frente a las agresiones de potencias imperiales.
De igual manera reconoció la necesidad de aprender de los adversarios y de incorporar sus avances culturales y tecnológicos a los países atrasados, como muy bien lo expresa en su Salutación al Águila.
Y como él mismo decía:
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